martes, 15 de mayo de 2012

Día Internacional de la Familia. Cuidemos nuestros orígenes.

Aprovechemos de nuevo una fecha especial para hacer una reflexión conjunta sobre el tema que nos acontece. Hoy, según las Naciones Unidas, es el Día Internacional de la Familia. Un reconocimiento a el núcleo básico en nuestro desarrollo físico y psicosocial. 

El concepto de familia contemporánea goza de múltiples acepciones. La variabilidad en sus miembros ha modificado su estructura inicialmente formada por los progenitores e hijos. Encontramos distintos modelos, si bien todos tienen algo en común: se trata del principal centro donde aprenderemos a relacionarnos con el resto del mundo.


Desde el modelo grupoanalítico se habla de plexo, siendo éste el conjunto de personas que han constituido el núcleo fundamental a partir del cual nos hemos formado. Son las figuras principales de referencia, aquellas con las que hemos entrado en interacción incluso antes de nuestro nacimiento. 

A partir de los tres meses aproximadamente, un bebé empieza a captar sensaciones y a poder discernir entre lo placentero y lo desagradable. Su aparato neurológico es suficientemente maduro como para reconocer el tono en palabras amables y cariñosas de la madre - con la que establece un vínculo muy fuerte único - y otros estímulos que le producen sensaciones diferentes. 

Pensemos pues, en la importancia de aquello que se nos transmite de forma consciente e inconsciente. Sobre todo poniendo el acento en aquello que no se dice, en lo que no se percibe pero que igualmente nos marca. 

En el psicoanálisis, siguiendo con el marco teórico afín al grupoanalítico, podemos hablar de proyección. Conceptos como éste bañan el modelo fundado por Freud y en ocasiones dificultan su entendimiento, pero como veréis a continuación es muy fácil de comprender. 



La proyección hace referencia a todo aquello que depositamos de manera inconsciente hacia el otro, formando finalmente una relación conocida como transferencia. Este modo de funcionar se debe a que nuestro modo de ver el mundo viene influenciado por la manera en que nos hemos relacionado con nuestros padres -principalmente-, abuelos y hermanos - de forma más secundaria -. Así pues, estamos colocando en el otro características que son de nuestros progenitores y nuestras, impidiendo verlo tal y como es de forma real. 

Pondremos un ejemplo para aclarar este embrollo psicoanalítico. Una persona genera un aversión aparentemente irracional hacia la policía. Nunca ha tenido una multa de tráfico, ni ha cometido actos bandálicos; tampoco ninguno de sus allegados se ha visto involucrado en temas legales. ¿Cómo se explica? Puede ser por lo que le suscita por las noticias, pero si queremos ir más allá, habrá que hurgar un poco en su historia familiar, además de analizar todo lo que va asociado normalmente con la policía. Seguramente, a muchos de vosotros os vendrá enseguida a la mente la palabra autoridad entre otras. Muy probablemente le ocurra lo mismo al sujeto que tenemos de ejemplo. De forma lúcida o más desapercibida, relaciona la autoridad (cuyo primer contacto suele ser el paterno o materno, ya que son ellos los que nos ponen límites) con los cuerpos del orden, y algún episodio desagradable relacionado con la figura que marca las normas florece cuando ve algún policía. Así pues, por decirlo de un modo más literal, la imagen del policía le transmite las mismas sensaciones que su padre cuando le ponía límites estrictos sobre los horarios en los fines de semana.  


Este tipo de asociaciones involuntarias se dan constantemente. Ese actor o actriz que nos cae mal sin saber por qué, aquel tipo que nos presentaron el otro día y nos genera de entrada mucha desconfianza, aquél profesor por el que sentimos una gran admiración, etcétera; posiblemente captemos aspectos que chocan con situaciones pasadas aparentemente olvidadas cuyo origen se encuentra en nuestro núcleo familiar. 


Son numerosos los modelos psicológicos que ponen especial énfasis en el grupo familiar de origen para explicar comportamientos aparentemente aleatorios y fruto del azar y/o destino que en realidad son una repetición de patrones vividos. 

La relación que mantengamos con nuestros progenitores, aquello que nos puedan ofrecer así como lo que nosotros podamos captar formará nuestra identidad y con ella, la percepción de la realidad. Depositaremos en nuestros amigos, parejas, conocidos, jefes y compañeros aspectos positivos y negativos que en su día encontramos en nuestros padres y/o figuras de relevancia. 


Un puente desde el pasado hacia el futuro cuyo tránsito es fluido y continuo. La capacidad de poder identificar qué aspectos son los que influyen en la percepción aquellos con quienes compartimos la vida nos ayudará a liberarlos del equipaje que les colocamos sin querer para poder ver qué se esconde detrás de esa imagen formada por pequeños trozos de experiencias y emociones mezclados con su auténtico yo. Conocer nuestro modo de funcionar y aceptarlo con cariño permitirá hacer lo propio con el prójimo. 

1 comentario:

  1. Muy buen texto, hay que tratar de ver aquellos factores que más nos influyen

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