martes, 8 de mayo de 2012

El Bullying. Más allá de un juego de niños.

Aprovechando la charla que tuve el placer de dar ayer en Hospitalet de l'Infant (Tarragona), he encontrado adecuado introduciros un tema actual y complejo como es el Bullying o acoso escolar.

¿Qué conocemos sobre el Bullying? Seguramente nos sonará más si nos preguntan sobre los abusones o "matones" de clase. Podríamos contar mil anécdotas sobre compañeros que eran el foco de atención de burlas, e incluso de momentos incómodos dirigidos a nosotros. 


Estos comportamientos que hasta hace relativamente pocos años han sido considerados como "cosas de niños" han tomado la relevancia que merecían a raíz de un trágico suceso: el suicidio de Jokin Ceberio, un joven de 14 años que tras continuos abusos, vejaciones y humillaciones decidió terminar con su tormento personal quitándose la vida. 

Ha hecho falta que una persona alcance este límite, abrumado por todo el daño emocional que supone estar sometido a todo tipo de abusos físicos y psicológicos para que el entorno se sensibilice con la anormalidad de esta clase de conductas. 

Difícil es resumir en estas líneas que supone este comportamiento. Se trata de una alteración relacional donde se establece un rol de dominante - sometido, cuyas causas son múltiples y en interacción. Como es costumbre, estas situaciones esconden más de lo que enseñan, y conocer las razones por las que un grupo de niños/as o jóvenes son capaces de realizar tales acciones a un compañero es complicado y requiere del trabajo en equipo de las familias, el profesorado y el resto de alumnos. 





El agredido.

Se le puede denominar víctima, aunque las connotaciones negativas que conlleva esta etiqueta no son recomendadas. El perfil de una persona que sufre acoso escolar es amplio. Se lo relaciona con sujetos tímidos e introvertidos, que les resulta un poco más difícil hacer amistades. Son niños y niñas tranquilos, que no suelen meterse en conflictos. Pueden ser buenos estudiantes, destacando sobre la media. 

No obstante, es importante no generalizar. También podemos observar casos de jóvenes extrovertidos, con seguridad en sí mismos, que por algún episodio puntual que sea motivo de mofa por parte de sus compañeros entre en este papel de agredidos. No hace falta nada especialmente destacado: un nuevo corte de pelo, no estar a la última moda, alguna frase dicha por equivocación que pueda ser utilizada como muletilla... Todos hemos sido niños y sabemos que hasta el más mínimo detalle puede ser inicio de un periodo de burlas. En ocasiones terminará en unos días, el tiempo suficiente para que se olvide; pero en algunos casos puede desencadenar una espiral de agresiones hacia el sujeto focalizado. 


El agresor.

Del mismo modo que resulta poco aconsejable encuadrar al agredido en el papel de víctima, tampoco es adecuado etiquetar al agresor como alguien perverso y maltratador. Detrás de un niño que ejerza conductas agresivas hacia un compañero hay serios problemas emocionales de impulsividad y autoestima. Posiblemente estemos ante un joven que se expresa de la única manera que es capaz y que ha aprendido, y en muchas ocasiones es importante valorar el entorno familiar. Un modelo familiar demasiado autoritario, con altos niveles de exigencia donde se ejerza con frecuencia el castigo y no se valoren las necesidades afectivas de los hijos son características a valorar en el comportamiento de un agresor. 

El que ejerce la violencia en una relación de acoso se ve reforzado a nivel social, hecho que promueve la perpetuación de dicha situación. Generalmente no actúa solo, y puede tener el apoyo de otros compañeros, que se aliarán con él por miedo. Gozar de este estatus social es un modo erróneo de aumentar su autoestima, pero lo reconfortará y le permitirá seguir más tiempo en este papel sin sentir remordimientos. 



Qué podemos hacer como padres.

Existen distintas estrategias para afrontar el acoso escolar. En primer lugar, hay algo muy importante a tener en cuenta:  el silencio es el gran aliado en una situación de bullying. El temor que origina esta clase de situación provoca que el aula se convierta en un lugar lleno de testimonios que prefieren mirar hacia otro lado. El miedo a delatar y que pasen a ser el foco del conflicto impide al resto de compañeros y al propio agredido explicar el problema. 

No hay que culpabilizarse si vuestro hijo no os ha contado su situación. Sin duda así lo habrá hecho porque no ha encontrado la forma adecuada de comunicároslo. El miedo a las represalias, a un incremento de las agresiones y la sensación de imposibilidad de recibir ayuda son algunos de los motivos más comunes que provocan el silencio en aquellos que lo padecen. 

No obstante, existen algunos indicios que pueden señalar una situación de abuso: 

- Absentismo: nuestro hijo/a nos da excusas cada vez más frecuentes para no ir al colegio: dolor de cabeza, de barriga, etcétera.

- Cambio en la actitud: lo notamos más triste y apagado. Ha pasado de tener intereses a no sentirse motivado por actividades que antes le encantaban. 

- Bajo rendimiento repentino: sus notas se han visto afectadas negativamente sin un motivo externo aparente.

- Tensión y nerviosismo: lo vemos más nervioso, temeroso. Se muestra en un estado de alerta constante. 

- Signos de violencia físicos: presenta moratones y arañazos por el cuerpo, además de la pérdida o deterioro en su material o ropa. 

Estos son algunos de los indicativos más comunes en un caso de violencia escolar. Ante dichas señales, lo más aconsejable es establecer contacto inmediato con el tutor/a del centro para contrastar información. 
De corroborar que existe un posible caso de acoso, el paso siguiente es establecer una serie de estrategias para frenar la situación. El abordaje directo con los acosadores suele ser especialmente útil. Hay que dar voz a la víctima e intentar que se sienta acompañado/a, ya que el aislamiento social es uno de los métodos a los que recorren los acosadores. Recuperar la autoestima del que ha sufrido esta práctica es muy importante, así como procurar que se restablezca el vínculo con sus compañeros de clase.

De igual modo hay que desculpabilizarlo. Él o ella no tienen, de ninguna manera, la culpa de lo sucedido, ni son merecedores de tales atrocidades. Se vulneran numerosos derechos personales en las conductas de acoso que jamás deberían estar en entredicho. 

Una comunicación clara y directa con los hijos, reforzando su autoestima y empatía, valorando sus éxitos y acompañándolos también en sus fracasos permitirá que crezcan seguros y con habilidades sociales suficientes para hacer frente a posibles conflictos. 

Por otra parte, es igual de importante un buen vínculo entre la familia y la escuela o insituto con el fin de prevenir este tipo de comportamientos o cortar de raíz con el problema si éste finalmente se da. 


Afortunadamente cada vez son más frecuentes las campañas de sensibilización y los pequeños ya gozan de actividades mediante el juego y representaciones que les permiten trabajar aspectos tan fundamentales como la tolerancia y el respeto. 

Quedan muchas cosas en el tintero, ya que la problemática va más allá de lo expuesto anteriormente. Para aquél que quiera más información, os proporciono algunos enlaces de interés. 

Y si alguien que está leyendo este artículo se encuentra en una situación de acoso escolar, ten presente lo siguiente: no estás solo. Podemos ayudarte a salir de esto.

Enlaces: 




Comparto además el reportaje sobre la charla que tuve el placer de ofrecer en Hospitalet de l'Infant:

http://www.youtube.com/watch?v=8Rjtg04r7sQ







1 comentario:

  1. El bullying es un tema que pasa tanto a jóvenes como a adultos y hay que aprender y educar a los niños para evitar que lo hagan ya que pueden acarrear graves problemas de salud a los que acosan

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