lunes, 14 de mayo de 2012

El loro que pedía libertad

Hoy quería exponer algo distinto. Una fábula con reflexión, para que cada uno recoja aquello que más le pueda servir. De este tipo de cuentos y textos existen miles y de todos podemos sacar alguna conclusión. Nos emocionan, nos entristecen, pero rara vez nos dejan indiferentes, y más si lo recibimos de alguien importante o en un momento determinado de nuestra vida. 


Éste ha resultado ser muy significativo; en ocasiones el tiempo desgasta el recuerdo y olvidamos cómo era aquella frase que tanto nos gustaba, o cómo se llamaba aquella canción que nos emocionó tanto en su día. Para  poder revivir las emociones transmitidas, guardarlo en un lugar especial nos permite recuperarlo a nuestro antojo.

Sin más dilación, os dejo esta pequeña historia de la cultura popular india.

Érase una vez un loro con las ideas poco claras. Vivía enjaulado en la casa de un anciano, a quien hacía compañía. Cierto día, el anciano invitó a un amigo a charlar y a tomar un delicioso té.

Juntos pasaron por el salón donde se encontraba la jaula del loro. Se encontraban charlando animosamente cuando de pronto el loro empezó a gritar.

- ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!

No dejaba de reclamar libertad. En toda la tarde los gritos se sucedieron, y el invitado no pudo más que conmoverse delante de una súplica expuesta con tal vehemencia.

Pasaron los días, y el invitado seguía pensando en el loro y su petición de una vida libre. Tanto le conmovió la situación que decidió actuar y ofrecerle al animal lo que anhelaba. 


Así pues, la mañana siguiente el invitado se dirigió a la casa del anciano. Aprovechando un instante en que su amigo salió del hogar, abrió la puerta con una ganzúa y se dirigió hacia el salón. Allí encontró de nuevo la jaula, y el loro en su interior gritando de nuevo: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!; al invitado se le partió el corazón.

Sin más preámbulos, se acercó a la jaula y abrió la puerta de la misma. Entonces, el loro, aterrado, se dirigió al extremo opuesto, donde se aferró con pico y garras a los barrotes. Desde allí estando, siguió gritando: Libertad; libertad; libertad...


He aquí que a veces nos asusta más el hecho de poder conseguir aquello que tanto reclamamos que la posibilidad de no obtenerlo nunca. 








Gracias a Maite por explicarnos con toda dulzura y 
corazón este cuento que significó tanto.

2 comentarios:

  1. este cuento esta muy bien grasias por que este cuento me ayudo mucho

    ResponderEliminar
  2. Un cuento con una moraleja maravillosa, no hay que tener miedo de ir a por lo que creemos que nos hará felices, pero muchas veces, antes de estar a punto de lograrlo, nos preguntamos y después qué
    Me ha encantado, gracias por compartirlo

    ResponderEliminar