martes, 10 de abril de 2012

El alcohol. Le(g/t)al.

Aprovechando que el pasado día 7 fue el Día Mundial de la Salud, continuaremos con una temática que iniciamos con la explicación del Cannabis. En esta ocasión, será el alcohol el protagonista principal.

El alcohol está tan aceptado en la sociedad que llegamos a olvidarnos de los efectos que es capaz de provocar en nuestro organismo y en nuestro entorno social.

Se trata de una sustancia muy arraigada a nivel cultural. Se conocen datos sobre la destilación y fermentación de bebidas desde la época romana (adjudicándole una deidad tan representativa como Dionisio). Si prestamos un poco de atención, es fácilmente identificable una bebida singular para cada país: Escocia tiene el Whisky; Rusia, el Vodka. Los países mediterráneos (Italia, Francia y España) son conocidos por sus vinos y derivados de la uva. La cerveza es todo un icono en Alemania e Irlanda, y así sucesivamente. 

Así pues, no es de extrañar que exista una vulnerabilidad tan acentuada al alcoholismo y su iniciación. La preocupación de estos últimos años es la edad de inicio en el consumo entre jóvenes, que cada vez es más temprana. Su asociación con el ocio y la permisividad ante la ley permiten obtenerlo fácilmente. A pesar de ello, no es oro todo lo que reluce. Nos encontramos ante una substancia cuyos efectos a nivel fisiológicos son notorios, por encima incluso de otras drogas ilegales. 

La unidad de medida estándar. ¿Cuánto es demasiado?

Para comprender qué se puede considerar como un consumo abusivo o una dependencia, es necesario hablar de medidas. Conocemos la graduación de la bebida (que nos indica qué porcentaje de alcohol encontraremos en la botella), que variará según el tratamiento que se ha dado a los azúcares (fermentada o destilada). 

La fórmula utilizada para saber qué cantidad de alcohol contiene una bebida es la siguiente:

Gramos de alcohol = cantidad de bebida en mililitros x graduación alcohólica x 0,8:100


A primera vista parece una operación matemática algo compleja. Para hacerla más entendedora, podéis consultar esta tabla donde aparecen las medidas más comunes:



El consumo considerado como moderado varía según el sexo, por razones de constitución corporal. Por lo tanto, los hombres podrán ingerir cierta cantidad mayor que las mujeres. 

En los hombres, el riesgo bajo se encuentra en las 28 UBE por semana, mientras que en las mujeres la cantidad es algo menor, situada en las 17 UBE semanales.


Efectos.

Son numerosos los efectos que produce la ingesta de alcohol en nuestro organismo; muchos de ellos son conocidos e incluso atractivos para aquellos que se inician en el consumo (desinhibición, sensación de euforia...), pero entraña consecuencias más negativas que positivas. 

No olvidemos que a pesar de su apariencia estimulante - por las conductas que facilita en los primeros momentos de su toma - se trata de una sustancia depresora del sistema nervioso central; esto significa que sus efectos a largo plazo estarán relacionados con trastornos depresivos, entre otros.

Las consecuencias a nivel corporal suelen estar relacionadas con la coordinación y equilibrio. También influye en la memoria y en la capacidad de razonamiento complejo. A largo plazo, un consumo abusivo puede provocar los siguientes trastornos: 

- Trastornos viso - espaciales y de razonamiento.
- Trastornos de la memoria.
- Trastornos de aprendizaje
- Trastornos de capacidad perceptivo - motora y verbal.
- Trastorno depresivo.


El síndrome de abstinencia.

La tolerancia que genera nuestro organismo hacia un determinado tipo de sustancia provoca que debamos ingerir más para obtener los efectos deseados. Por otra parte, la supresión drástica del consumo puede comportar la aparición del síndrome de abstinencia si existe una dependencia. Éste será más o menos grave dependiendo de las características individuales (tanto orgánicas como psicológicas). 

Todo síndrome de abstinencia se manifiesta con síntomas desagradables, puesto que estamos privando al cuerpo de una sustancia que necesita. No obstante, la abstinencia al alcohol va más allá del conjunto de síntomas molestos que aparecen, ya que dependiendo de la situación, puede llegar a ser realmente perjudicial: estamos ante la única sustancia cuyo síndrome de abstinencia puede ocasionar la muerte.

Aunque suene muy alarmante, este trágico final se da en ocasiones donde el consumo ha sido excesivo durante un largo periodo de tiempo y se ha visto interrumpido sin el asesoramiento y supervisión de profesionales. Es entonces cuando puede aparecer lo que se conoce como Delirium Tremens.

El Delirium es una urgencia médica que requiere hospitalización. Se muestra como un estado de confusión con alteraciones sensoperceptivas (alucinaciones visuales, táctiles; es muy común el delirio de percibir pequeños insectos por el cuerpo), alteraciones psicomotoras (como agitación y convulsiones), tacicardias, etcétera. Con un tratamiento eficaz basado en diazepam y en ocasiones antipsicóticos sus síntomas remiten.


Existen muchas campañas contra el consumo de alcohol que no surgen el efecto deseado en la población. Vemos a diario sus consecuencias en las carreteras; especialmente los fines de semana. Quizá un conocimiento más profundo y cercano, valorando los pros y los contras que representa el consumo abusivo nos permita disfrutar de la bebida como un acompañamiento en un acto social y no como el motor de la diversión y el ocio. 
Así pues, es necesario encontrar un enfoque donde el alcohol deje de tener el papel principal en las relaciones sociales y pase a ser un simple extra ocasional del que se puede prescindir sin echar en falta ni una gota.





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